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Daniel Castro y Warwick

Daniel Castro y Warwick

La relación del bajista Daniel Castro con Warwick no es nueva ni se limita a un intercambio “comercial”. Antes de ser oficialmente endorsement de la firma, Castro había elegido a Warwick como su marca de cabecera.

“Yo descubrí Warwick en los 90, casi accidentalmente, en una feria de música en Buenos Aires. Había una clínica en esa feria en la que estaba la mujer del dueño de Warwick, Florence. Ella daba una charla y un bajista alemán debía hacer audible todo lo que ella explicaba. El tema es que el bajista alemán nunca llegó a la clínica, se perdió en Buenos Aires, y me pidieron que lo reemplazara. El bajo directamente me deslumbró, un Thumb Bass, y desde entonces empecé a vender lo que pude y me compré el Thumb Bass, en el 94. Yo abordo muchos estilos, no sé si lo hago bien pero es lo que hago. Y por eso necesito un instrumento versátil. Durante años usé un Jazz Bass y luego encontré en Warwick esa cosa de balance donde puedo tocar fuerte, suave, ser sutil, agresivo. Eso siempre me fascinó de Warwick y siento que responde a lo que yo necesito para poder expresarme. Es mi marca favorita por elección desde los ’90 y luego he tenido la bendición de trabajar con Warwick, que para mí es un orgullo y una tranquilidad porque no estoy diciendo algo en lo que no creo. No estoy vendiendo nada, fui cliente antes de hacer lo que hago. Recomiendo a todo espíritu inquieto que por lo menos pruebe.”

Su carrera como músico de sesión lo ha llevado a tocar, literalmente, con todo todos. Los nombres de Los Guarros, Vicentico, David Lebón, Fricción, Coleman y siguen las firmas sobresalen en el currículum de Dani. Pero indudablemente el de Skay Beilinson se destaca por el impacto que tiene todo lo vinculado al guitarrista de Los Redondos. Además, Castro se sumó a los primeros pasos como solista de Skay cuando el monstruo redondo y de ricota estaba recién desactivado. En la clínica en The Cavern recordó sus primeros encuentros con Skay, donde compartía base rítmica con el Negro Daniel Colombres.

“Skay es un tipo que tiene una confianza en su material fuera de lo común. Nos citó y nos explicó de qué iba su película y la segunda vez que nos vimos ya era para grabar. Con el Negro Colombres fuimos a la parrilla, lo normal ahora es que antes te manden audios por mp3 y cada uno va sacando su parte. Incluso es común que te manden tus partes grabadas con Midi. Ahí no había nada, llegamos crudos, sin partituras, sin nada, había que empezar de cero todo. Es su estilo. Y el músico acompañante tiene que estar preparado también para eso. En otros casos llegan con el 80 o 90 por ciento cocinado, los arreglos, los obligados, y en el estudio terminás de cerrar lo que queda, pequeños matices. En este caso fue al revés, nos puso a la parrilla y con el Negro hicimos lo que nos pareció. Pero fue un gran aprendizaje, entendí que esa confianza está buenísima porque si yo llamo a alguien para tocar conmigo, no solo estoy llamando a un ‘tocador’ sino que llamo a un músico que creo que va a entender y a defender mis ideas. Y además va a aportar lo que tenga para decir sobre mi música. Skay tuvo una vibra con nosotros y ahí fue”.

A continuación, el bajista mostró ejemplos de su trabajo con Skay y de otros artistas de los más diversos géneros. Pero el plato fuerte musical llegó de la mano de Cristian Judurcha en batería y Coqui Rodríguez en guitarra que junto a Dani Castro conformaron un trío jazzístico de lujo. Para finalizar la velada, y de la mano de Mercedes Onorato, se sorteó un amplificador Warwick, que le alegró la noche a uno de los músicos asistentes que llenaron The Cavern.

Daniel Castro y Warwick

 

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