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Diego Mizrahi: La industria nacional está en un nivel superlativo

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Sos uno de los referentes del rock instrumental en el país pero en tu nuevo disco debutás como cantante. ¿Cuáles fueron las motivaciones que te llevaron a incorporar el canto?
En realidad lo de cantar no es de ahora. Mis temas instrumentales siempre tuvieron un formato de canción donde la melodía era cantada por la guitarra. Ahora hago lo mismo pero la voz es la encargada relatar la historia. Tenía ganas de contar vivencias personales de los últimos dos años y para ello la voz era el instrumento ideal. En el disco anterior, Boomerang, hice un anticipo premeditado de lo que iba a ser Básico pero con cantantes invitados. Después de darle vueltas al asunto llegue a la conclusión de que el único que podía contar estas historias era yo. Son historias de un tipo básico al que le gustan las cosas básicas. Amor, desamor, trampas, fantasías sexuales, pérdidas... Cien por cien autorreferencial. Por supuesto que la guitarra tiene mucha presencia pero sin necesidad de demostrar nada. Igual no podía con mi genio y hay una versión instrumental de “Can’t help falling in love” que inmortalizó Elvis y yo me tomé el atrevimiento de desarmarla y hacerla bien épica y pirotécnica. También hay un bouns track de un tema instrumental que compuse para un noticiero de TV.

¿Convocaste a un coach vocal? ¿Te demandó mucho tiempo grabar la voz?
No sólo no convoque a ningún coach si no que nunca tome clases de canto. La única vez que lo intenté ambos llegamos a la conclusión de que el canto no era lo mío. La profe me dijo “Tocás muy bien la viola pibe, no te desvíes”. A lo largo de mi carrera tuve la suerte y el honor de grabar y producir a grandes cantantes de verdad. Con lo cual producir una voz para mí es una tarea habitual. Para este disco cumplí ambos roles. Por un lado me colgaba los auriculares y cantaba, luego me desdoblaba, cambiaba de rol poniéndome detrás de la consola y producía al cantante. Los dos laburos están bien equilibrados; al escucharlo te da la sensación de que todo es bien natural y amigable al oído, las guitarras, las bases, la voz... Creo haber logrado con la voz algo que no te lo da la técnica ni los años de estudio, que es la impronta. Eso te lo da la vida misma, los golpes, los tropiezos, las heridas, las cicatrices, los éxitos y los fracasos. Trabajé mucho en eso durante el proceso de grabación, tratando de plasmar lo mismo que consigo en los shows, que es llegar al corazón, a la vibra intima de la gente.

¿Qué equipamiento utilizaste en la grabación del disco y en qué di ere de tu set habitual para el vivo?
En principio digo que uso plataforma ProTools con Mac. Me quedé un poco atrasado con el set up de grabación, pero sigue siendo un erro, es como un Falcon, le echás nafta común y anda, anda y anda, nunca se queda. Igual un día de estos tengo que ir a visitar a mi amigo Ricardo Pegnotti. Monitores los clásicos (Yamaha) NS10, algún mic Senheiser SM57, algún pre valvular normal y nada más. En cuanto a las guitarras es un poco más complejo. No uso lo mismo en vivo que en el estudio. Cuando grabo cuento con toda la ferretería al alcance de la mano como para experimentar diferentes texturas. Uso mis guitarras y los efectos en función de la canción y casi nada de plugins. En la mayoría de mis grabaciones grabo las guitarras tal cual van a quedar en cuanto al EQ, las distorsiones, los fx y la coloratura. En las mezclas rara vez ecualizo, comprimo o agrego plugins a las guitarras. Los amplis que utilice fueron Fender Blues Deluxe de los ‘90 y un Randall Titan. Algunas violas fueron grabadas con simuladores de amplis del Digitech GNX3000 que suena muy poderoso. Las acústicas las grabé miqueadas con un 414 y a su vez por línea. Usé toda clase de guitarras. Tengo que destacar que hay dos canciones en que las rítmicas las grabó Silvio Furmanski, uno de los mejores violeros de la Argentina. Grabó Strato y SG a través de un POD directo al Digi 001.

¿En qué momento y por qué comenzaste a incursionar en la TV con programas de divulgación musical?
Fue por pura casualidad, como suceden las cosas más importantes de la vida. No recuerdo si fue en el 98 o en el 99 que fui al estreno de la señal Music Country. Allí le propuse al CEO del canal trasladar el contenido de la revista Music Expert, que editaba junto a Eduardo de la Puente, a la pantalla chica. Les gustó la idea y no paramos de hacer programas durante nueve temporadas seguidas. Salíamos 16 veces por semana para todo Latinoamérica, fue un in erno. Me llevó tiempo asimilar un éxito tan repentino, no estaba dentro de mis cálculos. Era muy loco viajar por todo Latinoamérica y que la gente me pare por la calle, ni hablar la repercusión que tuvimos en Argentina. El programa fue la excusa ideal para poder tocar con todos los músicos que admiré a lo largo de mi carrera, fue un gusto que me di.

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Por tus programas y tu actividad como guitarrista sos un músico que conoce bien las marcas nacionales desde hace mucho tiempo. ¿Cómo viste la evolución de los equipos nacionales (y otros productos en general), digamos, en la última década?

Creo que estamos en un nivel superlativo, el problema es que en este aspecto a la gente le falta todavía el orgullo nacional. Pero de a poco el público se va interesando por nuestros productos. Yo uso cuerdas y amplis nacionales. Antes patrocinaba las guitarras WildPro echas acá nomas, en Lanús. Eran re grosas, la gente no me creía que eran nacionales. Un día en una clínica corté una cuerda y cuando me puse a cambiarla alguien del público me dijo que se había sorprendido porque le estaba poniendo una cuerda nacional.

¿Por qué creés que el rock instrumental es todavía un hueso duro de roer para el público argentino, a menos que se trate de Satriani o Steve Vai? ¿Cuál es la recepción que tiene en Latinoamérica el rock instrumental? En el resto de Latinoamérica es igual que acá, salvo que lo foráneo siempre atrae por el sólo hecho de ser importado. No sucede sólo con en el público argentino, el rock instrumental es una música de nicho en todo el mundo. Al igual que el jazz, es música para minorías. Los que nos dedicamos a hacer rock instrumental sabemos muy bien que es así y lo hacemos porque realmente amamos nuestra música más allá de todo. Si lo que te mueve es la fama –ojo, no digo que este mal- dedicate a hacer reggaeton o cumbia, que seguro vas a llegar a un público mucho más masivo. Y si te jás bien Vai y Satriani no son tan masivos, son la máxima expresión del rock instrumental, pero llenan un Luna Park cada cuatro años. La Bersuit hace dos años llenó 17 Luna Park en un mes. Eso es masividad, lo otro es de culto.

¿En qué canal está saliendo ahora tu programa Jam Session? ¿Cuál es tu plan en tv para el 2011?
Arrancamos los sábados por la señal CN23 que por ahora sólo se ve a través de Telecentro y Direct TV. Seguimos con las clínicas, invitados y zapadas. Estamos escuchando propuestas de canales más grandes. Si todo sigue igual, creo que en marzo del 2011 arrancamos por una señal de aire.

En la tapa de Básico aparecés en la barra de la pizzería El Cuartito (Talcahuano 937). ¿Es tu preferencia principal en el rubro?
Fue pura casualidad. Acompañé a mi novia a hacer unas fotos y después fuimos a cenar pizza y birra. Ella ya me había hecho la sesión de fotos para el disco y yo no estaba convencido de mi expresión en las fotos. Debo admitir que como modelo fotográ co soy de madera y odio ser fotogra ado. Entonces ahí nomás ella me dice, “Tengo la tapa del disco, vos seguí comiendo y no mires a la cámara”. Les llevé todas las opciones fotográ cas a Epsa Music, el sello que produjo Básico, y de manera unánime se quedaron con la foto de El Cuartito.

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