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Facundo Rodríguez: “Escalandrum es el ejemplo perfecto de un grupo que ensambla”

Lebon & Co.

Foto de portada: Facundo Rodríguez con Ricardo Mollo y David Lebón durante la grabación de Lebón & Co.

Entrevista: Luis Mojoli. 

El ingeniero de grabación Facundo Rodríguez transita un momento cumbre en su carrera profesional tras una trayectoria que supo mantener a lo largo de  años de dedicación y profesionalismo. Hace poco tiempo recibió un premio Carlos Gardel por el flamante álbum Studio 2 de Escalandrum. En esta entrevista habla de todo: los créditos que deberían mencionarse en Spotify, los derechos de los ingenieros y técnicos de grabación, David Lebón y su nuevo LP, Lebón & Co, Divididos, y por supuesto del álbum que lo llevó al Gardel.

Este año tuviste una serie de grandes trabajos. Estuviste a cargo de la grabación del nuevo disco Lebón & Co. Contame cómo fue esa experiencia.

Para mí fue algo sumamente sorpresivo y emocionante. Me llamó Gabriel Pedernera, baterista de Eruca Sativa y productor del disco de David, y comentó de qué se trataba el proyecto. Me mostró el repertorio que tenía pensado para grabar y los invitados involucrados. A mí se me hacía agua la boca, imaginate. Yo nunca había trabajado con Lebón antes. Sí con él como invitado de otros, pero no lo conocía personalmente. Siempre tuve la sensación de que era un tipo muy querido, más allá de todo lo que representa para la música argentina. Todos me señalaban su carácter cálido y la verdad es que todo el tiempo que estuvimos trabajando juntos me di cuenta que es una persona de puro corazón. No podés no quererlo. La forma de cantar e interpretar que tiene realmente te llega. Cuando está tocando la guitarra, se le enciende una sonrisa que es la más genuina del mundo. Agarra la viola y no queda nada.

¿Cómo resultó el proceso de grabación?
Muy fluido. Gaby se puso el traje de productor de manera muy natural. Supo manejar el fluir de las sesiones como si fuera alguien que lo hace de toda la vida. Sé que viene produciendo discos, pero me imagino que trabajar con David Lebón no parece ser una tarea que uno hace de taquito. Más teniendo en cuenta los invitados del álbum: Ricardo Mollo, Julieta Venegas, Fito Páez, Lisandro Aristimuño, Eruca Sativa, Carlos Vives, Leiva, Coti, Emmanuel Horvilleur y más. Realmente es un LP muy variado con eje en la obra de David. Fue un disfrute total.

¿En cuántas jornadas se desarrolló todo?
Estuvimos entre dos y tres semanas en Estudios El Pie. Gabriel, con David y su banda, venían ensayando mucho el repertorio. El 60 o 70% del disco es el grupo estable de David más un invitado que se suma a cantar compartiendo la letra con él.

Facundo Rodríguez durante la grabación del nuevo álbum de David Lebon: Lebon& Co.
Facundo Rodríguez durante la grabación del nuevo álbum de David Lebon: Lebon& Co.

¿Esto ya venía con una preparación previa de ensayo?
La banda ya venía ensayando, pero muchas veces al artista invitado le enviábamos una referencia de la canción y él o ella llegaba con la canción aprendida.

Conociendo dónde iban a aportar, digamos.
En la mayoría de los casos, sí. Pero en otros llegaban, beso, saludo, charla y: “¿Bueno, qué hacemos?”. “Vos cantá esto, yo canto lo otro”. Así. No necesariamente estaba todo pautado. En ese sentido, David es un tipo de no calcular tanto, sino de improvisar y que las cosas vayan fluyendo naturalmente. Después sí hubo invitados que eran bandas, como Eruca Sativa. Ahí David canta y toca la viola. También hubo un tema a dos pianos con Fito Páez, como cierre del disco. Fue algo muy acertado. El track es “El Tiempo es Veloz”, tiene una historia muy linda.Y claramente una de las joyitas del disco fue la reunión de Polifemo. Se juntaron ese día en el estudio por primera vez después de más de veinte años sin verse. Llegaron, enchufaron y grabaron. Fue una cosa mágica.

¿Cómo encaraste la parte técnica, teniendo en cuenta la diversidad de artistas participantes en el material?
Para mí ahí la clave era que la técnica y el estudio estén a disposición de la música y no al revés. Planteamos la idea de que llegue el músico y esté todo sonando. No estar tres horas probando y chequeando. Ya había una preproducción, una hoja de ruta a nivel técnico. También me resultó muy cómodo grabar en El Pie, porque para mí es como estar en casa. Hace mucho tiempo que grabo ahí. Pero la verdad es que el lujo de poder grabar con semejantes músicos de calidad hace que todo sea más fácil. A ver, el baterista de la banda de Lebón es Daniel Colombres. Si suena mal, ¡retirate! (risas). Toda la banda es un lujo y los invitados uno mejor que otro. Salió todo bárbaro.

Te voy a preguntar sobre AATIA y su lucha sobre los derechos para los ingenieros, además de los logros que han obtenido. ¿Cuál es el momento en el que tendría que aparecer un reconocimiento al ingeniero, canalizado a través de un porcentaje, por haber participado en la grabación?
Es una pregunta muy interesante y delicada. No sé si hay una respuesta absoluta que abarque todo. Lo que sí está claro es que hace bastante tiempo los roles no son tan estrictos y específicos. Nosotros nos empezamos a involucrar mucho más en lo artístico también, en el sentido de que hay herramientas y formas en las que hoy delegan mucho en la labor de quien lo está haciendo. Ya sea que el técnico esté produciendo o no. Aunque a veces no estés produciendo, recibís información del artista o del productor que te dice: “Ya está la toma, ¿vos la acomodás?”. En ese momento en el cual delegan cosas, hay también una confianza en que vos, en base a tu criterio artístico, vas a elegir cuál es la mejor toma, cuál es el mejor comp, qué es lo que hay que afinar y qué no, qué es lo que hay que poner a tempo y qué no, etcétera. Hay que tener un criterio para hacerlo bien. Y también puede estar el error, cuando lo hacés porque sí y lo hacés mal.

A veces puede haber también desconocimiento por parte del músico, cuando tiene limitaciones que tendría que no tener.
Si, eso puede pasar también. Pero creo que hay además una parte que tiene que ver con los cambios de la industria en algunos aspectos. Siempre se laburó mucho: en un época uno trabajaba muchas horas y había una tarifa establecida por estar determinando tiempo trabajando en un lugar. Hoy muchas producciones se hacen en plan: “¿Te sumás, te copás?”. Y la verdad es que hay una persona que se formó, estudió y está más horas que nadie dedicada al proceso de grabación, edición, mezcla, o lo que sea, del proceso de un disco. Ese hombre o mujer lo está haciendo “por amor al arte”. Si al disco le va bien, estaría bueno que haya un reconocimiento a quien estuvo detrás trabajando. Lógicamente hay ingenieros muy renombrados que te imponen una tarifa por trabajar en tu proyecto. Quizás en ese caso, no sería tan necesario un canon. Pero de todas maneras me parece que está bien que, con este tema de los ingenieros involucrándose en lo artístico, se empiecen a charlar determinadas cuestiones.
Si un músico va y graba una pandereta en un tema como invitado, recibe su paga por haber venido a grabar, pero a su vez luego cobra derechos de reproducción en AADI como intérprete. Eso nadie lo cuestiona; nos parece válido y lo apoyamos. Del mismo modo, creo que hay que considerar a un ingeniero que viene trabajando muchas más horas en el proceso de un álbum.

Gustavo Borner, a quien entrevistamos recientemente, nos decía que también sería bueno que le pongan los créditos a los ingenieros en Spotify. ¿Cómo se podría lograr eso? En un vinilo o en un CD esa información figuraba…
Si nos basamos en estas nuevas maneras de consumo vía streaming y plataformas digitales, es muy fácil. Sólo debe haber voluntad de esa parte de la industria en proponer un protocolo. Cuando cualquier sello independiente, músico autogestionado o compañía grande carga un material para que aparezca al mes en las plataformas digitales, hay un software que obliga a subir determinada información que sí o sí tiene que estar para que ese lanzamiento sea aceptado. Entonces, simplemente además de eso, tendría que figurar quién grabó, mezcló y masterizó. Está bueno que existan organismos como AATIA para hacer ese reclamo.

Hiciste álbumes con Divididos. ¿Cuál es el que más te gustó grabar?
Amapola del 66 es sin dudas el disco que más me marcó. Fue el primero que hicimos juntos y visto ahora a la distancia lo recuerdo muy gratamente. Vos me hiciste una nota en los Estudios El Pie hace bastantes años…

Sí, la recuerdo.
Yo creo que en ese momento hice mención de que admiraba a Divididos como banda por su identidad propia y su fusión de rock y folclore. Años más tarde, por las vueltas de la vida, terminé trabajando con ellos. Es un placer; se hace todo de manera muy distinta a como se realizan las cosas hoy en día. Uno dispone de mucho tiempo para encontrar la toma, el sonido y el mejor traje para la obra.

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¿Cómo es Divididos por dentro al momento de grabar? ¿Ya vienen con los temas ensayados? ¿Son de experimentar?Cada uno tiene su particularidad, pero son personas muy divertidas. Son tipos que están todo el tiempo buscando pasarla bien con lo que están haciendo. Tienen 30 años de trayectoria y se siguen juntando a ensayar. Son un ejemplo de perdurabilidad como banda.Aparte están en una búsqueda constante.Sí. Ricardo es un tipo híperactivo que no para. Es un inquieto. Siempre quiere descubrir e inventar cosas. Algo que quizás no utilizaba hace muchos años, ahora lo usa y lo potencia. Es una usina creativa. Diego es muy divertido, ocurrente, y espontáneo. Como bajista no hay nadie como él: lo que toca es de otro planeta. Es un marciano que vino a la Tierra y agarró el bajo. Y Catriel, luego de todo el kilometraje que ha tenido en Divididos, se ha consolidado como un baterista tremendo y sumamente creativo. Siempre está en la búsqueda del audio y es muy autocrítico, pero en sentido sano. Continuamente trata de ver qué puede hacer mejor en relación a lo que acaba de grabar. Yo a ellos lo describo, así: (N de R: Rodríguez toma una birome, comienza a dibujar y grafica con palabras: “Catriel está en el medio, se mueve entre ellos dos; Diego más atrás, tirando el tema y Ricardo más al frente, tirando para adelante. Hay un trazo grueso que se genera con ese sonido que tiene que ver con una cuestión química”).

¡Ahí está la fórmula de La Aplanadora!
Sí. ¡Si querés te paso el dibujo! (risas).

Cambiemos de tema. Ganaste un premio Gardel como ingeniero por Studio 2, el último disco de Escalandrum. Contame dónde grabaron el disco y cómo fue que conectaste con Pipi Piazzolla.
Con Pipi nos conocimos hace mucho, en un disco de Esteban Sehinkman grabado en estudios Panda. Después pasó un tiempo y me llamaron para trabajar en el álbum Piazzolla plays Piazzolla, que fue el primer LP que hicimos juntos. Ese material también ganó un Gardel. A veces hago un paralelo entre Escalandrum y Divididos. La banda está cumpliendo veinte años y todas las semanas se juntan a ensayar, componer y crear. Son seis músicos talentosísimos con diferencias, pero que con esas disimilitudes se complementan y enriquecen.

Son un engranaje colectivo, digamos.
Es puro trabajo en equipo; lo que te decía recién de Divididos también se aplica a Escalandrum, en otro género. El DT es Pipi Piazzolla, Nicolás Guerschberg (pianista) compone y hace los arreglos; Damián Fogiel (saxo tenor) y Mariano Sívori (contrabajo) también componen.

En la consola con Damián Fogiel (saxo Tenor y composición) - Atrás de izq a derecha: Neil Pickles - Javier Kida (asistente) - Nicolás Guerschberg y Pipi Piazzolla
Facundo en la consola junto a Damián Fogiel (saxo Tenor y composición) - Atrás de izq a derecha: Neil Pickles - Javier Kida (asistente) - Nicolás Guerschberg y Pipi Piazzolla


¿Cómo fue que terminaron grabando Studio 2 en los míticos estudios Abbey Road de Londres?
La idea fue del manager de la banda. Cuando compartió este sueño que parecía una utopía, pensamos que se había tomado algo (risas). O que estaba fuera de sí. Pero no, evidentemente hablaba en serio. Se terminó dando todo de una manera increíble, en el marco de una gira que hicimos por Francia y que terminó recalando en Londres para hacer la grabación del disco. Yo viví muchos años en Londres, me formé ahí. El manager del estudio donde yo trabajaba es amigo mío, él ingeniero inglés era amigo del manager de Abbey Road, así que solía ir ahí en cáracter de asistente. Tenía 20 años, recién estaba empezando. Ahora volví a Londres, luego de 10 años, con una óptica totalmente diferente y cierta reserva. Pensaba: “Abbey Road,  ¿será una cuestión de mística o un estudio increíble como lo recuerdo?”. Fue todo eso potenciado, porque la mística, el reencuentro y la grabación conformaron un maridaje perfecto.
Registramos el álbum en el Estudio 2, donde grababan The Beatles. Esa sala está diseñada para una época que por ahí es un poco atemporal. Eran bandas que ensayaban y grababan todos juntos. En este caso, Escalandrum es el ejemplo perfecto de un grupo que ensambla. La acústica del estudio era maravillosa y encima esta agrupación tiene una dinámica interna súper balanceada y sincronizada. Fue una fiesta, en dos días hicimos dos discos. No nos queríamos ir, un poco más y nos venía a sacar la policía (risas).

Contame alguna anécdota de la grabación.
Los chicos de Escalandrum estaban calentando, afinando y demás y por ahí alguno mandaba un Whatsapp al padre o a un amigo diciendo “mirá dónde estoy”. Ya en el teléfono sonaba increíble; evidentemente la sala tiene algo… El estudio posee un estado de conservación envidiable. El jefe de mantenimiento es un señor mayor que tiene escrito en su cuaderno lo que le hace cada día a los micrófonos. Por ejemplo: “Hoy, 30 de mayo, al U47, modelo tal, le cambié el capacitor…”. Está todo perfectamente documentado y tienen un rutina determinada. Son varias personas en el equipo. Las cosas andan de manera impecable.

¿Y con respecto al backline, con qué equipamiento contó Escalandrum para la grabación?
En el caso nuestro, a mí me escribieron un mail antes de que vayamos preguntándome qué íbamos a necesitar. Tenía para elegir entre tres pianos, uno mejor que otro. Estábamos entre un Steinway & Sons y un Yamaha CFX. Terminamos quedándonos con el Yamaha, porque sí. Encima quedaban otros pianos en el depósito…

 

“Studio 2” de Escalandrum lo grabó Facundo Rodríguez en los míticos estudios Abbey Road de Londres. GARDEL en 2019- Mejor ingeniería de Grabación y Mejor Grabación.
“Studio 2” de Escalandrum lo grabó Facundo Rodríguez en los míticos estudios Abbey Road de Londres. GARDEL en 2019- Mejor ingeniería de Grabación y Mejor Grabación.

¿Por qué eligieron ese piano?
A mí me hacía acordar mucho al sonido del pianista canadiense Brad Mehldau, un tipo que me fascina. Yo escuchaba a Nico tocar ahí y me remitía a eso. El Yamaha tiene la calidez del Steinway, pero unos medios más definidos. Para la complejidad de algunos arreglos que tiene Escalandrum, me parece que era ideal. Eso se nota en la grabación; en cada nota, cada matiz.

¿Eligieron algún otro instrumento?
La batería fue de backline. Pipi toca con Yamaha, así que elegimos una de esa marca. Cuento esta anécdota porque describe al grupo. Antes te decía: el director técnico es Pipi; él debería ser el más hinchapelotas o quisquilloso, como quieras llamarlo. El asunto es que pidió una batería y le trajeron otra.  Por ejemplo: solicitó una con parches arenados y llegó una con parches hidráulicos y encima tarde. Eso en otra persona hubiera desencadenado algo caótico, que lo ponga de mal humor o algo por el estilo. La verdad es que el tipo armó la batería, ajustó un poco la afinación y tocó de una manera que no se puede creer. Se adaptó al imprevisto.

Qué loco que haya pasado esto en un estudio de semejantes características...
En realidad debo decir que eso no dependió del estudio, sino de una compañía de rentals que era externa. En todo caso ellos metieron la pata. Por otro lado, en el caso de Mariano Sivori, él utiiliza un contrabajo inglés, así que pudimos dar con el fabricante. Neil Pickles, que es un ingeniero inglés re groso, nos fue a buscar al aeropuerto y de ahí nos llevó a la campiña, cerca de Oxford, donde estaba el taller del fabricante. Esta persona nos prestó un contrabajo que es gemelo del que Mariano utiliza acá. Así que regresamos a Londres, grabamos y después Mariano fue a devolverlo en tren. Y después en cuanto a los instrumentos de viento, los chicos se los pudieron llevar en el avión.

¿Cómo debe llegar un músico a un estudio de grabación?
¡Tiene que haber ensayado! (risas). Uno siempre puede dar recomendaciones, pero siempre hay excepciones y todo es relativo en la música. Aún así, cabe decirlo, en la mayoría de los casos es necesario llegar al estudio con todo ensayado con el fin de disfrutar. Grabar y pasarla bien, sin tener que pensar: “¿Qué toco acá”?. Sobre todo teniendo en cuenta que en esta época hay menos tiempo para grabar que antes. En el pasado se alquilaba el estudio un mes y se ensayaba. Ya no se hace eso. De todas maneras está bueno que haya un margen para experimentar y probar, eso es siempre positivo.

Quizás al tener todo más ensayado, se puede condimentar más cada canción con un toque distintivo.
Sí, el rodaje hace que la interpretación sea mucho más aceitada. Volviendo al caso de Divididos, ellos tocan 500 veces un tema antes de grabarlo. Con Escalandrum es diferente, porque los músicos tienen una característica de improvisación que hace que, cuanto más fresca  está, más magia tiene. Pero sí, hace falta un mínimo de ensayo antes de entrar a grabar.

¿Cómo recibiste el Gardel?
Fue una sorpresa muy linda. Encima fue la primera vez que se hizo la ceremonia fuera de Buenos Aires. Mendoza es una de mis provincias favoritas. La pasamos excelente y el marco era inmejorable. Además estábamos entre toda gente conocida. Fueron como unas lindas mini vacaciones entre amigos, independientemente de los premios.  En el caso puntual de la categoría Ingeniería, lo que estuvo muy bueno es que gracias a la gestión de AATIA y muchas personas, se escuchó el nombre del ingeniero responsable de la grabación. Antes, en la categoría Ingeniería se mencionaba al artista y nada más.

Bueno, ahora por lo menos te invitan…
Jaja, tal cual. En esta ocasión desde las nominaciones se podía ver quién había grabado o mezclado. Es una alegría porque se supone que de aquí en más va a ser así. Es algo para celebrar y ser agradecido con AATIA y todas las personas involucradas en esta gestión.

 

Facundo Rodríguez junto a Divididos
Facundo Rodríguez junto a Divididos

¿En qué proyectos estás trabajando actualmente?
Acabo de terminar de mezclar un disco de Charo Bogarín, producido por Juan Blas Caballero. Se trata de un álbum con canciones emblemáticas de Mercedes Sosa, en un homenaje a diez años de su muerte. Son temas arreglados por Juan Blas y otros productores. Suena muy bueno. Ella canta increíble y hay músicos invitados.

¿En qué proceso está el material?
Finalizamos la mezcla y en cuanto se termine el mastering será cuestión de esperar el lanzamiento.  Ya hay un tema sonando que es la única canción original del álbum. Los demás son todos tracks históricos re arreglados. Por otro lado, en un tiempo vamos a grabar un disco de Escalandrum con Elena Roger. Y ya estamos por empezar a registrar temas nuevos con Divididos.

Has masterizado, grabado y mezclado discos. ¿En cuál de todos esos procesos te sentís más cómodo?
Grabando y mezclando. Me encanta grabar y mezclar. Masterizar me gusta, pero no me gustaría vivir sólo haciendo mastering. No es lo que más me atrae.

 

Facu Rodriguez

 

Insam
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