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Héctor “Clavito” Actiss: “Tocar en un cabaret fue mi mayor aprendizaje”

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¿A qué bajistas -o músicos en general- le debés el hecho de ser músico y tocar el bajo?
En mis comienzos, en los ’70, empecé con la guitarra clásica. Mi primer maestro fue Osvaldo Tarantino, pianista del quinteto de Astor Piazzolla. Después ingresé en una banda en mi barrio, Valentín Alsina, pero como ya tenían dos guitarras, vendí mi guitarra y compré un bajo. Allí comenzó todo. A los 17 años comencé a trabajar como músico sesionista en un cabaret, ése fue mi mayor aprendizaje. También les debo mucho a los maestros que me topé en ese momento y también a los Beatles, Jaco, Stanley Clarke, Sting, Jobim y muchos más.

Tu relación con Javier Martínez viene desde principios de los ’90. ¿En qué circunstancias lo conociste?
Primero escuché a Manal, por supuesto, como todo el mundo, que me pareció algo fabuloso. Luego, en los ’80, él me venía a verme a El Papagayo donde yo tocaba con Luis Salinas. El Papagayo era un café-concert de música brasilera. Allí nos hicimos amigos. En una oportunidad en que me quedé sin batero me llamó a casa y me dijo “Clavo, yo soy tu batero”. Eso me mató. Grabamos y me sentí alagado, tocar con Javier es tocar con la historia viva. Allí fundamos Javier Martínez Clavo’s Band y estuvimos tres fabulosos años tocando. Hoy estoy grabando mi CD y volvimos a componer juntos luego de mucho tiempo. Y al mismo tiempo estoy terminado de producir su nuevo disco. Se trata de un disco doble, hay un tema que compuso Javier con Tanguito que es la primera vez que lo canta y temas nuevos. Hay rock, funk y muy buenas canciones de blues. Producir a Javier Martínez es fabuloso. Javier es tan rockero como tanguero, el tipo que te cuenta una historia como “Avellaneda Blues” tiene la mixtura exacta de todo. Él dice siempre que tocamos juntos porque somos músicos de cabaret, yo me río, pero es la verdad, esos lugares nos dieron la experiencia justa.

Javier ha dicho en esta revista que si bien sus registros discográficos como solista no son tan conocidos en el país, sus obras en Warner Chappell tienen una muy buena circulación en el exterior. ¿Cómo miembro del staff de Warner Chappell qué podés decir al respecto?
Siempre digo que las generaciones cambian, pero la buena música queda para siempre. Javier hace buena música, como Spinetta o Charly. Lo barato no tiene sostén, pienso que el rock hoy está perdiendo un poco la pista. Muchos músicos se dedicaron a hacer música para la butaca… No digo que no tenga que existir la música para la butaca pero creo que ya fue demasiado. Pero eso también es un tema cultural: hay bandas que graban temas de Javier Martínez o de Vox Dei y ni saben quiénes son. Es lo mismo que un tipo que toca bajo no sepa quién es Ron Carter, Sting o McCartney.

¿Cuál es tu papel en la editorial Warner Chappell?
Hace cinco años me llamaron de Warner Chappell para editar algunas canciones de mi CD Track 1. En esa ocasión me ofrecen estar como productor para poder desarrollar a las bandas que no tienen cupos en otros lugares. Warner Chappell es una de las editoriales de música más importantes a nivel mundial, por su catálogo y sus artistas, y me pareció bien estar allí. En la actualidad Warner está desarrollando nuevos grupos y artistas como Viticus, La Naranja, Javier Martínez, Vudú, Tren Loco, Billordo, Hijos del Oeste y muchos más. Yo trabajo produciendo sus canciones y apoyando a las bandas para desarrollarlas.

¿Qué bajos y qué equipos estás usando en la actualidad?
Mis fierros son Fender Jazz Bass del 68, color madera, un caño. Bajo Hofner modelo violín para sacar bien el sonido ‘60 y ’70 y un bajo de luthier que lleva mi nombre con micrófono Emg activo tipo Musicman color rojo. El ampli es Ampeg 200 watts. Me gustaría tener un Baby Bass, yo toqué cinco años contrabajo, pero en este momento no tengo, es algo pendiente para comprar.

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