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Gabriela Torres: “Los cantantes tenemos el instrumento dentro del cuerpo: es algo bendito y terrible”

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¿Comenzaste cantando o tocando la guitarra? Básicamente, canto y toco la guitarra, en ese orden. Me regalaron mi primera guitarra a los seis años, una Antigua Casa Núñez, todavía me acuerdo de las ampollas que me quedaban en el anular haciendo el Re menor. Aprendí los acordes de fogón y me quedé por años en esa situación. Mucho después empecé a estudiar de verdad y hace siete años la guitarra comenzó a ser mi compañera de verdad, desde que grabé mi disco Vení (2003). El disco se había grabado, no quedó en nada y hubo que salir a grabarlo de nuevo, entonces tuve que hacerme cargo de la guitarra, me puse a estudiar en serio el instrumento y tomé clases con Ernesto Snajer. Muchos temas eran de Lucho González, tenían unas armonías con doble alteración, acordes medio “brasileirongos”.

¿Y cuándo asumiste tu lugar como cantante? Bueno, no creo que sea muy generalizable, como casi nada en la vida. Yo empecé a sentirme cantante desde el momento en que al salir del país, en la carta que tenés que llenar donde dice ocupación muchos años ponía “profesora de canto” hasta que un día dije “cantante” y a veces pongo “música”, ahora pongo “música” directamente. Hoy me siento una cantante y no una guitarrista porque la voz es el instrumento que yo conozco de verdad, es el instrumento que yo trabajé con conciencia, que probé hasta abandonar toda técnica porque pensaba que ninguna me servía y ya iba por mi tercer disco y tuve la suerte de cruzarme con la que fue mi maestra, la segunda madre de mi voz, que es Susana Rossi. Ella que me transmitió una técnica maravillosa con la que yo todavía trabajo y transmito a la gente cuando doy clases, es una técnica derivada del canto italiano, una técnica muy antigua y muy rara que me devolvió la voz. Yo me bajaba de los shows muda, y al revés de todo el mundo que se le va gastando, yo cada vez tengo la voz mejor.

¿Cuál es la rutina diaria que hacés con la voz? Gritar media hora por día, laburar la tensión de la cuerda en sobreagudos. No lo estoy haciendo últimamente y ahora estoy dando muy pocas clases, por ahí aprovecho y grito con mis alumnos. Gritar por lo menos tres veces por semana es como llevar el auto a afinar. La voz en esta técnica es el grito, el abdominal, la tensión, tensar la cuerda todo el tiempo. El instrumento nuestro lo que tiene es esa cosa bendita y terrible de tenerlo dentro del cuerpo, si te enfermás fuiste. Por ahí si te enfermás y tenés que tocar el piano, el piano va a sonar siempre bien, en cambio si uno está triste ¡cómo cuesta afinar la voz!

¿Qué voces te influenciaron? Mi despertar fue con los Bealtes, y luego Spinetta y García, que son como French y Beruti digamos. Una persona que fue muy influyente para mí, aunque yo no me di cuenta en su momento, fue Goyeneche. Lo vi con mi papá de muy chica. Dije “¿qué es esto?”. Lo odié pero me impactó porque de repente fui a ver un tipo que no me gustaba nada lo que cantaba pero de repente estaba todo vestido de blanco en un teatro -no sé si el Astral o el Alvear- con una corbata que tenía unos strass, no me olvido más. Y pateaba el suelo, el tipo era como Mick Jagger y fue muy impactante. El Polaco ha sido un gran maestro. Lo conocí pero no tuve relación personal, como sí la tuve con Virgilio Expósito, que fue otra de las personas muy influyentes en mi historia musical. Otra de las cosas que me limaron fue descubrir a Jobim. En mi casa se escuchaba groso, y luego toda la música brasilera que descubrí yo después, Caetano, Milton, Marisa Monte.

¿Cómo es tu guitarra actual de cabecera (en tu myspace la tratás de ella)? Tengo una relación muy personal con mi guitarra, es mi compañera de ruta, es una Fender Telecaster, con una caladura al costado pero no es de caja. Tiene cuerdas de nylon, para lo cual le tuve que hacer unas modificaciones ya que el clavijero original no se bancaba estas cuerdas. Es un híbrido de Fender que no tuvo mucho éxito en su momento. También uso, en el estudio, una Takamine que tiene un sonido hermoso y es más blandita para tocar.

¿Qué tiene que tener una canción –propia o ajena- para que decidas grabarla o cantarla en vivo? Tiene que estar ese “algo” melódico que quede resonando después de que la terminaste de hacer, o de cantar, que te quede resonando algo y un buen maridaje. Para mí una buena canción es una idea original de cómo transmitir algo, aunque estés hablando siempre de amor o de cosas que hablamos siempre. Desde qué idea original podés aportar otra mirada. Yo no soy prolífica, no es que compongo todo el tiempo, nada que ver, compongo cuando se acerca época de disco o cuando me agarra algo que lo tengo que hacer sí o sí. Pero todas las veces que termino de hacer una canción no hay vez que no agradezca, porque en verdad lo único que uno hace es estar con la antena un poco más abierta, más atenta.

www.gabrielatorres.com.ar

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